1. La crítica en la encrucijada

Muchas veces he preguntado a colegas y amigos si existe hoy en día la crítica literaria en el Perú. El problema inicial es que aunque muchos inmediatamente responden con una negación, es necesario reconocer que no todos manejamos la misma noción de crítica literaria. En un sentido práctico, una forma fácil de echar luces sobre esta cuestión es acudir al comentario de Cornejo Polar –desde luego, uno de los primeros nombres que se vienen a la mente si pensamos en críticos literarios- en una entrevista que le hiciera Margara Russotto. Aquí, Cornejo señala que la crítica es productora de conocimiento. Luego, traza una diferencia entre la crítica asociada al “análisis de textos”, que en sus palabras “a veces no hace más que repetir lo que el texto ya dijo”, y la crítica “como una operación que incorpora la especificidad de la literatura a esas dimensiones mayores que son la cultura y la historia” (239). Se trata del reconocimiento de cierta autonomía de la literatura -lo que implica un estudio de la formación de las tradiciones- así como la necesidad de pensar su lugar en relación con otros ámbitos de la sociedad. De estas dos modalidades de crítica, es evidente que la primera subordinó a la segunda, y con el paso del tiempo, no hubo mayor problemática al respecto en los espacios literarios del Perú; la masiva entrada de corrientes teóricas y, posteriormente, de los estudios culturales en los departamentos de Literatura de las universidades peruanas confirmó el desplazamiento de la crítica. Aquí se puede observar una paradoja destacable: Cornejo Polar realizó ambos tipos de críticas de manera complementaria, pero gran parte de las generaciones posteriores de estudiosos de la literatura peruana –que vieron en Cornejo un paradigma a seguir- acabaron por remarcar el abandono de la crítica tradicional.
Como se puede suponer, una preocupación por la situación de la crítica literaria nace a partir de su objeto de estudio, la literatura. En el caso de este ensayo, me enfocaré concretamente en el fenómeno de la novela. Mi objetivo es reflexionar sobre la formación de las tradiciones novelísticas en el Perú a partir de los noventa. Para ello, es necesario exponer el contexto literario de épocas anteriores que permitió la aparición de estas obras.

A diferencia de la poesía (incluso del cuento), cuyo canon se establece en gran medida a partir de las antologías, la novela requiere de otro tipo de texto; quizá sus únicos aliados sean la reseña y el ensayo literario, pero ambos deben retroalimentarse para no caer en soliloquios. Se sabe que desde hace mucho tiempo la reseña periodística ha dominado el escenario cultural frente a la reseña académica, vinculada más a los claustros universitarios y exclusivamente a la producción científica (curiosamente predominan las reseñas sobre libros de teoría literaria o interpretación de textos antes que sobre las propias obras literarias). Las limitaciones de la reseña periodística recaen en la ausencia de un juicio crítico y en la tendencia descriptiva, que muchas veces obedece al objetivo de promover la venta de determinada novela. Por su parte, la reseña académica ha dejado de generar diálogos sobre la formación de tradiciones poéticas y en su lugar se ha limitado a desentrañar sentidos y significados de las obras literarias (lo que Cornejo señalaba como mero “análisis de texto”).
El caso del ensayo literario es mucho más grave, pues se trata de un tipo de escritura que en gran medida ha desaparecido del escenario cultural[1]. Que durante los cincuenta y sesenta muchos escritores y estudiosos de la literatura hayan escrito ensayos con frecuencia se condice con el hecho de que el canon narrativo y novelístico de esos años era discutido con insistencia. Asimismo, el impacto del Boom latinoamericano, concretamente Mario Vargas Llosa, y el surgimiento del grupo “Narración”[2] y la revista del mismo nombre (tres números: 1966, 1971 y 1974) ejercerán influencia en el ámbito literario nacional durante los setenta, Ambos fenómenos alimentarán debates inmediatos sobre la tradición novelística en el Perú, en consonancia con el apogeo de la crítica literaria latinoamericana (desde los setenta hasta aproximadamente inicios de los noventa)[3]. De hecho, la longevidad de Vargas Llosa y de los escritores de “Narración” se extenderá por muchas décadas más.
En la década de los ochenta, las novelas del Nobel peruano serán los referentes indiscutibles; por parte de “Narración”, solo Gutiérrez publica una obra (Hombres de caminos, 1988). En esta época alcanza protagonismo Montacerdos (1981) de Cronwell Jara[4]; también surgen las primeras novelas sobre el Conflicto Armado Interno, de las cuales la crítica se encargará de destacar posteriormente a Adiós, Ayacucho (1986) de Julio Ortega y Candela quema luceros (1989) de Félix Huamán Cabrera. Ambas novelas se ubican principalmente en el mundo andino y demuestran su deuda con Arguedas, mientras que la obra de Jara es una interesante reformulación del legado del realismo urbano de la generación del cincuenta a través de un estilo tremendista. Unos años después, en 1994, Cornejo Polar señalaría su preocupación por la narrativa peruana última, pues esta no “encuentra un lenguaje capaz de referir el horror de tantas y tandas desdichas” (25); de ahí que realice un balance recuperando obras de los sesenta y luego, salvo algunas excepciones, se traslade principalmente hacia los inicios de los noventa. Curiosamente, el tiempo se encargaría de virar radicalmente lo señalado por Cornejo: a partir de los noventa y sobre todo a inicios del nuevo siglo, se producirá una masiva cantidad de novelas sobre el Conflicto Armado. Lo cierto es que esta década de inicios de la violencia, salvo las excepciones señaladas, será en gran parte un tiempo estéril para la aparición de nuevos novelistas[5].
Obras citadas
Cornejo Polar, Antonio. “Profecía y experiencia del caos: la narrativa peruana de las últimas décadas”, en Kohut, Karl, José Morales Saravia, y Sonia V. Rose. Literatura peruana hoy. Crisis y creación. Frankfurt: Vervuert, 1998.
Margara Russotto. “Antonio Cornejo Polar: Para una crítica integrada al proceso liberador de América Latina”, en Cornejo Polar, Antonio. El lugar de la crítica. Conversatorios y entrevistas. Lima: Centro de Estudios Literarios Antonio Cornejo Polar, 2016.
[1] Cf. “Panorama del ensayo literario peruano del siglo XXI”: https://www.youtube.com/watch?v=DlBjZHwaZtQ&t=3287s
[2] El caso más conocido es La generación del cincuenta (1988) de Miguel Gutiérrez. No es casual que él, siendo parte de “Narración”, escriba un ensayo sobre esta época, porque revela con ello la influencia de ciertos escritores en su propia producción narrativa.
[3] Cf. Antonio Cornejo Polar. Escribir en el aire; Ángel Rama. Transculturación narrativa en América Latina (solo por mencionar los libros más representativos)
[4] He optado por ubicarla dentro del ámbito de la novela, aunque no hay un consenso sobre si es una novela corta o un cuento largo.
[5] No así para el caso del cuento, ya que aparecerán nuevos escritores como Niño de Guzmán o Colchado, cuyas obras se volverán canónicas.
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